Yo le pregunté
a Dios
sólo en la confianza,
y en el respeto
que me merece
su palabra y todo.
Dios ¿No sufres
de la próstata divina?
¿No tienes ganas,
como yo,
de orinar
a cada rato?
Y Él,
con su sabiduría
infinita, me contestó:
y la lluvia,
¿Qué es?
Esa, es mi orina…..
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