Nos secuestraron
los anhelos,
las esperanzas,
las ilusiones,
la sonrisa franca,
de todos los días.
Empañaron
hasta el brillo
del sol:
porque ni la vista
levantamos
para darle
un fugaz vistazo.
Cuál será
el rescate
que tendremos que pagar
para que vuelvan
esas tan añoradas cosas?
Pero cualquiera
que sea, a pesar
de todo;
desde las ramas quemadas
del árbol,
ya está brotando
la primera hoja…
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