El Hallazgo (c)

M

e desperté sobresaltado por el ruido de los disparos. Me asomé al balcón. Un auto azul pasó raudamente seguido por varios patrulleros disparándole. Casi enseguida, un formidable estrépito, y luego silencio.

Al mirar a la vereda, divisé un bolso de regular tamaño. No vi a nadie en la calle solitaria, bajé, tomé el bolso y lo dejé en el comedor. Me dormí profundamente.

Como a las diez, escuché el timbre.  Me asomé y era un oficial de policía preguntando si a la noche había escuchado algo irregular. Por supuesto le conté lo que vi, omitiendo detalles. Luego de ofrecer mi testimonio por si lo necesitaba él, siguió su recorrido.

Sobre el sillón estaba el bolso. Lo abrí con mucho cuidado, y con gran asombro descubrí que estaba lleno de dólares y varias barras de oro. Atónito no podía creer lo que estaba viendo. Miré todos los noticieros, hablando del hecho en casi en todos los canales. Nada más. 

Pasó una semana. El hecho se había desvanecido sin noticias sobre el robo. Todas las mañanas miraba el botín.  Era verdad. Pené: si lo devuelvo ahora, me harán mil preguntas, me incautaran todo y seguramente me considerarán cómplice. Decidí quedarme con la fortuna.

A los dos meses siguiendo mi rutina comencé a viajar por todo el país. Nunca disfruté tanto. 

Antes de fin de año reservé un viaje en un crucero El Royal Princess que zarparía de Río de Janeiro hasta completar 40 días de navegación. Reservé un camarote de primera. 

Me parecía vivir un sueño, el comedor, la cubierta, y todo, parecían salir de un cuento. Como viajaba solo, al tercer día me invitaron a la mesa del capitán.  Nos sentamos seis, entre ellos una bella mujer. Comenzamos a charlar entre todos, al finalizar la invité a tomar un café, aceptó. 

Cómo es tu nombre?: Elena. Dije el mío..y comenzamos a charlar. Estábamos los dos muy cansados y quedamos a la mañana siguiente para desayunar. 

Caí en un profundo sueño.  Cuando me desperté eran las once, el comedor estaba vacío y ya los mozos lo estaban acondicionando para el almuerzo. No conocía el número de su camarote, en el crucero viajaban 2500 personas, imposible averiguarlo. 

En el almuerzo durante varios días no la volví a ver. Una noche en un espectáculo musical por fin la vi acompañada con un señor algo mayor que ella. Desazonado en la barra del bar comencé con un whisky al que los siguieron otros y otros. Casi beodo solicité al barman para que alguien me acompañara. No sé cuántas horas dormí. Al escuchar la puerta y abrir un oficial me preguntó si estaba bien.  Agradecí y volví a la cama. Pedí un desayuno liviano y otra vez, apoyado en la acogedora  almohada, procuré acordarme  de lo sucedido. De cualquier manera, tenía pareja y sólo me quedó el hermoso momento que viví. 

Atracamos en muchos países y viví la experiencia de conocer otras culturas. Momentos sublimes y la tranquilidad de estar de regreso a mi camarote.

Una vez en el comedor principal  los volví a ver a los dos charlando animadamente, ella estaba muy bien vestida con ropa sport su sonrisa alegre llegó hasta mi atribulado corazón. Ya fue me dije, faltaba una semana para terminar. Había recorrido casi todos los lugares del inmenso barco. Uno de los pocos restaurantes que me faltaron era probar la comida china. A veces en casa la pedía y me gustaba. Arrolladitos primavera,  fideos de arroz, chop suey y no muchos más. Me senté en una mesa de las pocas que quedaban, cerca de la entrada. Un solícito camarero se acercó para ver si esperaba a alguien. De pronto entró la pareja. Tenían que pasar cerca mio. Miré hacia otro lado, pero no pude evitar que me vieran. 

Carlos!!  por fin nos encontramos!! Exclamó…hubiera querido charlar más con usted…¿podemos acompañarlo?  

No podía decir que no. Tomaron asiento. Le presento a mi hermano mayor Andrés. Una gran sonrisa me invadió. Por supuesto fue la mejor cena que probé en mi vida. En un momento Andrés se levantó con la excusa de volver a su camarote haciendo alusión a un gran cansancio.

Quedé solo con ella. El tiempo pasó y no nos dimos cuenta que el salón quedaba vacío. Pedimos un té de jazmín  En cubierta estaba el clima destemplado, fuimos a la cafetería, sentados en cómodas butacas tomamos un brandy. Ella habló de su vida, de su fallido noviazgo, del manejo de los bienes de su padre que administraba con Andrés y demás historias de vida.

Ahora me tocaba a mí. Preferí ser totalmente sincero. Me acordé de la frase que decía: el mentiroso ha de tener buena memoria. Hablé de mi vida, de mi gran amor, hasta que llegué al episodio del bolso. Con cara de total sorpresa escuchó. Ana, ese soy yo. Quisiera seguir cerca de ti, siento que este encuentro ha comenzado transformar mi vida. Sus hermosos ojos se humedecieron, tomó mi mano y dijo: No busco posición ni fortuna sólo busco la fortuna del corazón que nunca me llegó. 

Un apasionado beso selló nuestro encuentro.  



Para Mi Hijo (c)

Pablito….no encuentro palabras para hablar de vos de lo que hiciste y hacés. Siempre al lado mío tratando de hacer más llevadera mi vida. 

Inteligente, sagaz, positivo, lleno de humor, recibiendo el respeto de todos los que te conocen, cuando me avisas que vas a venir, mi adormilado cuerpo recibe una corriente de energía y trato de ponerme lo más presentable que puedo. 

El aroma al café nos espera. Arreglaste mi alicaído hogar hasta  dejarlo impecable.  

Tu fe me da fuerzas. Mañana vas a venir. Trataré de cocinarte lo mejor para almorzar juntos. 

Esta noche dormiré tranquilo. Hasta mañana hijo…

Pandemia (c)

 

Junio 2… Desde el cómodo sillón, como una cuna, desde mi balcón, a través de mis pocas plantas sin flor, veo la calle desabrigada de gente. En la esquina, un hombre mayor con paso aburrido cruzar. Los arboles sin la peluca de la Primavera son como guardianes de la vereda… Yo sigo aquí con mi desayuno sin terminar… La rutina de todos los días, mengua mis ganas… Luego subiré al taller a tratar de rehacer el herido vitreaux de la ventana. Esperando sobre la mesa de trabajo… Hablé con mi amiga Mariela intercambiando pensamientos… Volví al sillón a leer el diario del domingo. Sin el entusiasmo que me acompañó siempre. Con  las noticias repetidas con la estrella principal: La pandemia… 

Levanto la vista, un tímido rayo de sol se asoma entre las nubes como diciendo: estoy aquí. Las hojas bailarinas del viento de otoño, van pasando…

Sigo con la rutina diaria… pero siempre con optimismo… Acompañado con mi compañero fiel Sol. Si alguien me escucha pensaría que estoy loco… porque me hablo en voz alta respondiendo a mi otro yo…

Mi cuerpo permeable a los fríos se abriga con el calor de la pequeña estufa a los pies de la computadora… me gusta cocinar y creo hacerlo bastante bien. Cada vez que viene Pablito me esfuerzo para preparar una buena comida… 

Como trabajó….El departamento quedó impecable…

 

Hoy 26 de julio, mientras dormía, una voz pausada entró en mi sueño…la escuché y me habló… Carlitos… estás durmiendo mal… te falta algo…. poné tus cosas en paz y así cambiará tu vida… seguí soñando y vi una planicie desierta tranquila…. Cuando luego desperté, era otro… estaba lleno de paz… y ese episodio, me acompaña…. esto no lo inventé… es real…. alguien, me mandó este mensaje... Gracias….

El Amor que No Fue (c)

El viejo amor, salió de los recuerdos. Cuando abrí sus cartas y vi las flores muertas aprisionadas entre las hojas de aquel libro de poemas, quise volver a oír las dulces melodías que al piano me tocaba mientras me sonreía.

La busqué ansiosamente hasta encontrar la vieja casa. Yo, temblando de emoción, no me atrevía.

El llamador estaba tan cerca y tan lejos. A través de las rejas oxidadas se oían voces y en el jardín ahora descuidado, estaba ella.

Su sombra encorvada, taciturna, con sus ojos de miel muy apagados. Me alejé despacio con una sonrisa menos en el arcón de mis recuerdos mientras mesaba mis cabellos grises.

Esa noche no pude dormir pensando en ella. Las veces que en la cazuela del teatro Colon nos deleitábamos con su mágica música. Cuando me invitó a su casa y me dio una foto suya. Era una muy buena pianista. Cuando le tiraba libros de poemas en el jardín de su casa. Tantas cosas, siempre llamaba ella. Después, el silencio. Durante muchos días no llamó. Fui hasta su casa y dejé una carta que no tuvo respuesta.

Pasados dos meses, tamaña sorpresa…

Recibí una invitación de casamiento: Amalia Mate con el señor Roberto  Daposo. Esa noche fui a la iglesia. Ella resplandeciente del brazo del hermano rumbo al altar. Una fugaz mirada cuando pasó a mi lado. Lo mismo en el atrio.

Al mes atendí el teléfono:¿Carlos? Soy la amiga de Amelia que tuvo la mala idea de comenzar todo eso como una broma. Le pido perdón. Quiero decirle que Amelia lo esperó. Estaba enamorada de usted. Sorprendido le contesté….pero si yo en ese momento no tenía nada. Estaba estudiando y lo poco que ganaba casi no me alcanzaba para la carrera de medicina…de cualquier manera te tengo que agradecer porque conocí a una mujer maravillosa.  Algún  día me gustaría que nos encontráramos para charlar.

Volví para la casa de Amelia, esperé casi una hora hasta que salió al moribundo jardín. La llamé: Amelia…!! Levantó su mirada camino hasta la puerta y preguntó: quien es usted? 

Soy Carlos. Pasaron muchos años y ahora que te encontré, no nos volveremos a separar.
Levantó la mirada. Sus ojos azules se llenaron de lágrimas. Empujé la puerta y la abracé un largo rato.

A la semana todo comenzó a cambiar. Una legión de obreros, jardineros paisajistas cambió rotundamente el aspecto de la casa. Dos eficientes amas de llaves la cuidaban constantemente y ordenaron su placard. Cuando la volví a ver, parecía otra persona. Todo su vestuario fue renovado.

Saqué entradas para el Teatro Colón para un concierto de piano, pero esta vez en la platea. Cenamos juntos y cuando nos despedimos ella dijo…dame  el beso que estuve esperando.