Babysitters (C)

 

       Kevin, sabiendo las necesidades de algunas familias de tener una niñera no permanente, concibió la idea de reclutar jóvenes con antecedentes intachables  y para tal tarea  puso un anuncio en la página de la Universidad, explicando los requisitos a cumplir y la libertad de cumplir horarios que les permitieran seguir con sus estudios.

No lo podía creer. A la mañana siguiente, decenas de jóvenes estaban haciendo cola frente a su oficina. Instruyó a Elena, su secretaria, para que llenaran un simple formulario; lo evaluarían y se comunicarían después con  ellas.  Al fin del día tenían cerca de 80 solicitudes. Algunas por necesidad de otros ingresos, otras podría  gustarles la idea de cuidar niños, etc. Cada solicitud era marcada con una tilde para ver cómo le había caído la presencia de cada una. En principio quedaron 55. Las fueron entrevistando una a una hasta llegar a 39. En un amplio salón, día a día,  fueron instruyéndolas sobre la atención y cuidados de los infantes. Cuando en las redes sociales se publicó lo que ofrecía su empresa, después de un corto tiempo, casi todas ellas fueron solicitadas.

Un llamado a las 18pm preguntando por él:

- Señor Kevin: Hola, soy recomendada de la señora Meredith. Necesitaría una babysitter para esta noche a las 21 horas. Tenemos con mi esposo una cena muy importante.

- Señora: todas ellas están comprometidas.

Un suspiro de angustia se oyó. - Espere: Yo iré a su casa…

- Pero, ¿Usted podrá atender a la beba? 

- Yo soy el creador de todo esto. Dígame su dirección y teléfono y a las 9 pm estaré allí.

Exactamente a esa hora llegó. -No  sabe Kevin, el favor que nos hace.

- Vayan tranquilos. Quiero conocer a la beba. ¿Dónde están los pañales y las mamaderas?

- Kevin: en el refrigerador hay comida.

La infanta dormía plácidamente. Puso un sillón junto a la cuna y en una bandeja tres sándwiches y una gaseosa (no una cerveza como habría deseado para no quedarse dormido). Cuando la beba comenzó a llorar, la cambió y le preparó una mamadera, se volvió a dormir.

A las cuatro sintió abrir la puerta: -Kevin por favor ayúdeme a subir a mi esposo. Está totalmente borracho. Así lo hizo. Con gran esfuerzo logró llevarlo hasta el dormitorio. Cuándo intentó desvestirle, Annie le dijo: - déjelo así. Gracias por todo. Le colocó en el bolsillo unos billetes.

- Señora: No puedo aceptar su dinero. Es una falla de mi empresa no haberle enviado una babysitter. Estoy a su disposición. Estoy un poco cansado. Cuando me necesite, llámeme.

Llegó a su piso, el portero lo acompaño y él también se acostó. Se durmió profundamente. A las 10, el insistente sonido del teléfono lo despertó. Era su secretaria: - ¿señor, está bien?

-Sí. ¿Qué hora es?

-Las diez.

-Déjeme dormir un poco más y no me pase ninguna llamada Usted sabe cómo manejar esto.

-Que descanse…

Cuando despertó sintió hambre. -Elena: ¿Me puede pedir algo de comer?

Después de un buen rato, Elena le acercó a la cama una mesita con pollo grillé, una lata de gaseosa y un postre. Y se volvió a dormir. A la mañana siguiente, después de haber tomado una reconfortante ducha, bajó a su oficina: -Ana, estamos cortos de personal: Hagamos como al comienzo.

Incorporaron 25 jóvenes más. Su empresa era todo un éxito. Pasaron más  de tres meses. Cuando recibió una llamada inesperada: -Kevin, soy Rose: usted estuvo en mi casa. - Sí. La recuerdo perfectamente. ¿En que la puedo ayudar? ¿Necesita una babysitter? Ahora he incorporado personal. 

- Usted creerá que estoy fuera de lugar. Pero quiero de ser posible que venga usted por favor. Usted me infundió mucha confianza.

-Le llevaré una excelente Sitter. Una breve pausa. ¿A la misma hora?

- Sí.

Llegó con su acompañante al edificio de Annie. Le extrañó una ambulancia del SAME y en la puerta una consigna policial. Cuando quiso entrar le preguntaron: - ¿Señor, usted vive aquí?

- No. Voy al segundo piso.

- Aguarde un minuto.

Lo hicieron pasar. Allí un oficial lo interrogó: Tuvo que explicar lo de la llamada: - ¿qué  paso?

- El ex esposo de la señora, la agredió. Y después huyó. Lo están  buscando intensamente.

- ¿Y la beba?

- Ya hay una asistente social que la atenderá. A la señora la  están llevando a la ambulancia con  importantes lesiones.

El ascensor llegaba a planta baja. En una camilla desvanecida. Kevin azorado, se acercó a la ambulancia: - ¿A dónde la llevan?

- Al hospital Fernández.

Kevin llego rápidamente. La estaban atendiendo. En la guardia  preguntaron si era familiar  y contestó  afirmativamente.   - Quedará en observación. La  señora, tiene graves heridas internas y en el rostro. Quedará en terapia intensiva. Mañana daremos el parte. 

Esa noche, no pudo dormir bien. Todas mañanas después de atender sus cosas, iba al Fernández siguiendo la misma rutina. Después de varios días, la pasaron a terapia intermedia y luego,  visiblemente mejorada, a la sala común. Su rostro se normalizó. La única novedad importante fue que encontraron en la ruta 11 a su ex. atropellado a la vera del camino.

Por fin se movilizó en una silla de ruedas hasta la salida del hospital y luego subió con alguna dificultad a su auto. El portero los ayudó. Al abrir la puerta de su piso, de la  emoción, casi se desvaneció. Todo estaba impecable: Tomó asiento en un sillón. No… quiso acostarse.

Las Baby la atendieron solícitamente. La bañaron y acicalaron. Era otra. Como al mediodía Kevin tuvo que atender un asunto urgente, encargó comida  para los tres. Estaba en buenas manos. A los tres días trajeron a su beba. Así pasaron los días…

 (Bueno, queridos lectores, les dejo el final a Ustedes… ¡Anímense!)

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