Maia, Relatos. (c)

Tim después de completar sus estudios, sobre periodismo comenzó a vincularse con agencias de noticias. Era un excelente fotógrafo y sus trabajos comenzaron a circular en las redes. Le extrañó recibir una convocatoria para tener una entrevista en la redacción de la revista Voge edición latino americana, de fama internacional.

-Estamos interesados en desarrollar un artículo sobre los turistas que quedaron en la capital, ahora que comenzaron las restricciones por la pandemia. No solamente lo desarrollará usted, sino que lo harán independientes colegas de varios países. Sus gastos serán de cincuenta dólares por día durante quince días.

Aceptó el ofrecimiento. El sábado, comenzó a recorrer varios lugares acompañado de su amigo Roberto, con quien tenía una excelente amistad. Después de encontrarse en el Café Tortoni, elaboraron una serie de lugares comenzando por el paseo caminito, tradicionalmente concurrido. Estaba casi desierto. Comenzaron a recorrer la calle Florida. Desierta. Los pocos locales abiertos, con sus persianas a medio abrir. Casi al llegar a Retiro, se toparon con un grupo de mujeres con semblante aburrido, sentadas en los bancos de Plaza San Martin. Aprestó su equipo. Era lo que ellos buscaban. Roberto, las encaró. ¿Son turistas? En Portuñol trataron de hacerse entender.

-Estamos desilusionadas y aburridas. El miércoles conseguimos el último vuelo a nuestro país.

Tim mientras tanto, hizo varias tomas. Entre ellas una en especial, lo impactó. Sus miradas se cruzaron. Al finalizar la entrevista, habló con Tim: -Queremos tener unas copias de las fotografías. Su sonrisa lo cautivó.

 -Mañana se las haremos llegar. ¿Dónde se hospedan?

-En el hotel Alvear. Mi nombre es Maia. Si desean los esperamos a la hora del desayuno. Pagaremos en dólares…

Se fueron charlando.

-Mirá dijo Roberto, encima de material para tu artículo, te vas a ganar unos buenos billetes. Tengo hambre. Te invito a Guerrin. Tengo ganas de comer pizza.

Tomaron un taxi. Estaba con las persianas semi bajas. Notaron varias personas dentro.

-¿Atienden?

-Sí, pero no sé por cuánto tiempo- les comentó el cajero.

Pidieron dos porciones cada uno acompañados por el clásico Moscato.

-Vamos a buscar el auto. Mañana, te paso a buscar. Imprimo las copias y se las llevamos.

Llegaron un poco tarde. Cerca de las once. En el comedor, solamente estaba ella con una compañera. Su semblante se iluminó.

-Pensamos que no vendrían. ¿Tomaran algo? - Pidieron solamente dos cafés.

-Discúlpeme. Me quedé dormido. Nos perdonan? -Le    alcanzó los sobres.

-Son hermosas…- tomó su cartera. Sacó de su billetera un fajo de billetes.

-¿Cuánto es?

-Nada. Recuerdo de Argentina.

-Gracias. Son ustedes muy amables.- Dejó su número de celular. Hablaron un rato más. En el auto,  charlando, Roberto le comentó: -Me parece que Maia te miró con afecto.

-Lo mismo que Lara hizo lo mismo con vos…

A la mañana siguiente, recibió en su celular un mensaje: Ustedes han sido muy gentiles: queremos invitarlos a almorzar con nosotras. Si les parece bien, estaremos en el comedor del hotel, cerca de las doce.

En un puesto callejero de flores, compraron dos pequeños ramos de rosas. En el comedor, estaban ellas. Agradecieron ambas con una sonrisa. El almuerzo transcurrió animadamente. El tema principal fue que el gobierno, prohibió recibir a viajeros procedentes del exterior. Por temor a nuevos contagios. Maia se lamentó.   Comenzó a sentirse mal.

-¿Qué te pasa?

-Siento una puntada en el abdomen. -Tim pidió al camarero un té.

-Esto me daba mi mama. Quizá sea algo digestivo.- Por el contrario, los dolores se agudizaron. Llamaron al 911 y una ambulancia llegó a los quince minutos. Los paramédicos la colocaron en una camilla. -Tiene el vientre muy inflamado. –

En el hospital Fernández, el hospital más cercano, en la sala de urgencias, le diagnosticaron una peritonitis.  Luego de salir de la sala de operaciones, el cirujano comentó: -si hubieron esperado una hora más, no sé si se salvaba.

-Doctor: según su amiga, tiene cobertura universal. ¿Cuándo la podremos trasladar?

-Por ahora está en terapia Su estado es grave. Mañana daremos el parte médico.

-Gracias doctor.

Se encontró con Roberto para almorzar. Le dio las noticias.

-No tenemos suerte. Lara tampoco se siente bien. Tiene fiebre. Conseguí un turno para esta tarde. Nos tocaron dos minas complicadas.

-Sí. Pero Maia me gusta mucho.

-Con Lara, me pasa lo mismo.

Habló con el jefe de redacción de Vogue.

-No seguiré con los reportajes. Las cosas se complicaron.-  Le relató lo sucedido.

-¡¡¡Tú historia, es justamente lo que buscábamos!!! Seguí mandando información. Té enviaré un redactor.

Una sonrisa de satisfacción ilumino su cara. A la noche, lo llamo su amigo: -Sigue la mala suerte. A Lara la internaron para realizarle estudios por si es el virus.

Pasaron unos días. Todos esos días se enteró de los partes médicos. A Maia, la pasaron a terapia intermedia. Conversaron un rato. Apretó su mano.

-Tim, me haces sentir muy bien. Té pido un favor. Tráeme el celular que dejé en la habitación del hotel, mis padres deben de estar preocupados.

Se lo llevo al otro día. Efectivamente lo estaban. Pero al verla en la pantalla sus semblantes cambiaron. Les contó lo pasado. -¿Y este joven que está con vos?

-Es un amigo que hice y que me cuida constantemente.

-Pásamelo:  Te encomiendo a mi hija. Cuando nos veamos, compensaré todo tu esfuerzo.

-Señor, se equivoca. No quiero nada Solamente siento un gran afecto por ella. Gracias.- Le pasó el celular y salió del lugar para que hablaran con tranquilidad. Entró al rato. Se sentó a su lado. La atrajo y le beso la mejilla. Luego de tres días a terapia intermedia. Pudo verla por media hora. Estaba consciente y agradecida, le infundía permanentemente ánimo. Con su amigo, ocurría casi lo mismo con Lara.

Ya en la sala común, el médico les trasmitió la buena noticia: -mañana le damos el alta.

Antes de llevarla al hotel, dio una vuelta por los jardines de Palermo. Sonrió agradecida. Habló con su amigo: -¿y Lara, como esta?

-El viernes la iré a buscar.

-Bueno, si te parece bien, el sábado nos juntamos.

Estuvieron puntuales, esta vez aparecieron luego de 35 minutos. Maia en su rostro tenía huellas de haber llorado.

-Perdonen la tardanza, pero no recibí buenas noticias de mi padre. No se encuentra bien, mañana arribara un jet con dos tripulaciones y volveremos a mi país. -Las acompañaron al aeropuerto. El avión estaba totalmente acondicionado. Luego de una corta despedida, subieron sin darse vuelta. Era un punto en el cielo… -Bueno, ya fue, tendremos que buscar otra historia…

El jefe de redacción de la revista, con el cual mantenía una buena relación, les comentó: -Irás a otro país que despierte la atención de nuestros lectores. Viajarás a Colombia, que está lleno de conflictos, como te habrás enterado, viajas el viernes.  Te estarán esperando.

Solicitó un pasaje más para Roberto, aduciendo que necesitaría un ayudante. Lo concedieron. Lo expresó su compañero: Lo mío, lo puedo manejar desde cualquier lugar.- (Era ingeniero de informática)

-Bueno, Por lo menos estaré con compañía. Además, estamos vacunados.- Embarcaron en un vuelo de United en primera clase sacados por Vogue.  Luego de seis horas de vuelo atendidos solícitamente, en el aeropuerto, los estaban esperando. Les comentaron sobre la situación, advirtiéndoles de los graves peligros a que se exponían. Después de dos días, decidieron partir para la selva. Los acompañaba un guía. Llegaron hasta un descampado. -Aquí los dejo.  Tendrán que caminar. Allí comienza la selva. Lleven una bandera blanca y tengan sus credenciales a mano. Así lo hicieron. Se adentraron en la espesa jungla. Con sus machetes trataron de abrir un sendero.- Al llegar a un pequeño claro, Aparecieron unos cuantos hombres fuertemente armados.  Los palparon de armas, les quitaron sus pertenencias y a los empujones llegaron al campamento de los insurgentes. Los encerraron en una choza maloliente. No tenían noción del tiempo: tenían mucha sed y hambre. Pasaron la noche inquietos. Los deslumbró la intensa claridad cuando abrieron la puerta. Los llevaron al lugar donde supuso los interrogarían. Allí estaba el jefe.

-¿Qué están haciendo ustedes acá?

-Señor: Somos periodistas.

-Ya vi sus credenciales.

-La revista para la que trabajamos, es una de las más importantes del mundo. Tenemos la versión del gobierno, acerca de cómo están las cosas pero queremos la versión de ustedes. Por eso estamos aquí.

Meditó un rato. -No me parece mal. ¿Tengo la seguridad que lo que yo les diga, aparecerá publicado?

-Tal cual usted nos los diga… Entre mis pertenencias, hay una cámara, que grabara lo que usted relate.

-Bien, comencemos.

-Antes de eso podrían darnos algo de beber y comer. -Luego de saciar su sed y apetito, grabaron cerca de una hora.

-No sé por qué, pero me inspiran confianza. Mañana los liberaremos. -Los cambiaron a un lugar aceptable donde se higienizaron, cayendo en un profundo sueño. Casi al amanecer, Rivas el jefe, les entregó todas sus pertenencias, tomaron algo caliente, con galletas y se despidió de ellos. -No acostumbro a hacer esto, pero espero cumplan lo prometido.

Los acompañaron casi al mismo lugar por donde entraron. Caminaron varias horas hasta encontrar una ruta. Se abrazaron jubilosos. En una desvencijada camioneta, llegaron hacia el pueblo cercano. Lucia prósperamente. En el bar un cartel con la leyenda Comuníquese con todo el mundo. Tenemos internet. Lograron conectarse con la redacción. -¿Dónde estuvieron?

-Les enviaremos la grabación. Luego borren todo. Pero no publiquen nada hasta que estemos a salvo.

-Así lo haremos.

-Nuestras vidas corren peligro. -Al dueño del bar, le pareció sospechosa la actitud de esos parroquianos. Llegó la patrulla policial. Los detuvo. Cotejó datos y aparecieron como sospechosos. Detenidos y despojados de sus cosas

En un helicóptero fueron llevados a la capital al centro de investigaciones. Después de largas horas de interrogatorios y no encontrar nada, fueron deportados. Llegaron a Rio, donde los estaban aguardando las dos.

-Llévennos a un buen hotel.

-Ni hablar: en casa hay muchas habitaciones disponibles. Ya le avisé a papá.

Durante varios días estuvieron reponiéndose. En el transcurso de una gran cena, para celebrar el cumpleaños, de Maia, Tom pidió silencio. -En nombre mío y de Roberto, les pedimos: ¿quieren comprometerse con nosotros? -Un rotundo Sí, contestó la pregunta. Les colocaron los anillos, comprados en una de las tantas salidas. 

-----EPILOGO----

Siguieron con los reportajes. Entrevistados por CNN antes de concluir, le preguntaron: -¿reportaje que le queda pendiente?

-Ya se enterarán.

-Déjenos por lo menos, una pista.

-Es en Oriente: Un país al que es imposible acceder. Discúlpenme…Tengo que buscar a mi hijo al jardín…

Mientras manejaba, se preguntó: -¿Cómo serán esos Talibanes?

Recorriendo a través de contactos, después de mucho trajinar, a través de Arabia Saudita, consiguió contactarse con el consejo superior de los Talibanes. Luego de innumerables explicaciones, le fue concedida una entrevista de tan solo una hora. Comunicó esta novedad a la dirección de la revista, obteniendo el apoyo incondicional. Supuso que no le permitirían graficar la entrevista. A través de la última tecnología proporcionada por EE.UU., de su cuello colgaba un símbolo en forma de L con una diminuta cámara. Llegó al aeropuerto de Kabul apreciando desde la ventanilla la devastación producida. En un vuelo de Emiratos… Al pie del avión lo estaban esperando dos vehículos fuertemente armados. Los revisaron concienzudamente, conduciéndolos a la sede del gobierno. Un funcionario, le comunicó que en la entrevista estaría solo él. Incautó todo su equipo proporcionándole una túnica. El jefe de seguridad le preguntó qué significaba ese colgante en forma de L que llevaba. Contestó: -Amor. -Repuesta recibida con una leve sonrisa. Dejando toda su ropa y calzado en una pequeña habitación se calzó unas babuchas y por fin fue conducido a un imponente salón. Allí estaba el interlocutor del consejo Talibán con un traductor de Inglés. El porqué de su visita. Lo que decía siempre en sus entrevistas: conocer la versión de los opositores, que es lo más justo. Asentimiento de todos. Volver a las originales conductas de su pueblo.

-¿Y en cuanto a las mujeres? ¿A sus hábitos?

-Siempre acompañadas por sus maridos. Únicamente mostraran su figura solamente a su pareja. A la educación. Se lo acabamos de decir. Los cargos públicos. Le están vedados. Solamente los hombres. Entrevista finalizada. Muchas gracias, señores.

En otro sector, lo estaba aguardando Ricardo. -¿Cómo te fue?

-Luego te cuento. - El traductor les dijo que como el vuelo estaba programado para mañana, serían alojados en el único hotel habilitado. Todo era destrucción en el trayecto. Al llegar al hotel, uno de los escoltas que oficiaba de traductor, le comunicó: -Mañana a las diez lo buscamos para llevarlo al aeropuerto. Esté listo.  

-Pidieron servicio a la habitación. Lo trajo una mujer, con el clásico chador. En perfecto Ingles les hablo: -señor: soy una de las tantas prisioneras. Soy científica, y no puedo ejercer mi profesión. ¿Como hare para huir de aquí? Se sacó la prenda. Era una hermosa mujer. -Vivo aterrorizada con mi pareja. Soy su esclava. Me tiene sometida a su voluntad. Como yo, hay miles de mujeres con el mismo problema. Me mataran.

Golpearon a la puerta. Traía el pedido que solicitó. -Metete en el baño. -Lo colocó en una mesita. Le entregó una propina. -Señor. Pertenezco a la organización por la liberación de mi país. Se que está con usted. Tenemos que buscar la forma de sacarla.

-Ayúdenos.

-¿Cómo puedo hacerlo?

-Cuando vengan a buscarlo, estaré con usted. Ella cargara el equipaje. El conductor es de los nuestros. -Se detuvieron en una vivienda. Allí, el ocupante, se identificó como el líder de la organización. Dijo: -Sé que esta operación es muy peligrosa. Conocemos su trayectoria. Si no quiere seguir, lo comprendemos. Tiene un pasaporte, con el nombre cambiado. Cambiaremos su apariencia.

-Lo haré.

Con otra vestimenta lucía totalmente diferente. Los condujeron al aeropuerto no sin antes decirle: -diríjanse al sector 24.

El empleado, después de examinar detenidamente la documentación, bajó la atenta mirada de los guardias. Al entregárselos, con un ligero guiño, autorizó la salida. Subieron al avión con “su mujer” llevando el resto del equipaje ubicándose él, del lado de la ventanilla. Pasaron el límite territorial. Un mensaje de la torre de control…:  -Vuelo 737, regresen.

Ya era tarde. Estaban volando en otro país. -Sácate esa prenda.  

Llamó a la azafata: -Esta mujer es libre… traiga la misma bandeja de lo que sirvieron.

Karim ya en total libertad, es la vocera de las mujeres de su pueblo. Habló hasta en las Naciones Unidas. El conflicto continúa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MUCHAS GRACIAS POR TUS PALABRAS ! ! !