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e había recibido de ingeniero en la facultad de Ciencias Veterinarias. Siempre tuvo una atracción especial con los animales. Se recibió con notas brillantes. Su pasión eran los caballos. Se postuló con los distintas haras. Cuando estaba desilusionándose al no recibir respuestas, decidió conectarse con un tío de su madre que vivía en las cercanías de Mar del Plata y poseía un campo. A punto de partir, recibió un mensaje: “Comuníquese con haras Don Antonio para concertar entrevista”. Llamó al teléfono y viajó. La reunión duro bastante y al final fue aceptado a prueba por un mes. Curiosamente, el lugar estaba a pocos kilómetros del sitio de su tío Anselmo. El lugar estaba muy bien cuidado y ordenado. El encargado lo presentó al personal justo a la hora del almuerzo. Fue alojado en una pequeña cabaña. El anterior ocupante, le explicaron, había fallecido después de vacacionar en Mar del Plata. Nadie quiso habitar el lugar. Julio, lo aceptó de buen grado. Resultó ser muy cómodo y como tenía las dos vacunas lo tomó. El capataz lo puso al tanto de las actividades que comenzaban a las seis de la mañana después de un abundante desayuno.
Decenas de caballos (su pasión) correteaban por la pradera. De la tropilla, se desprendió uno, que se acercó a él. Lo acarició y de inmediato se estableció un vínculo que duro meses hasta el accidente.
Como todas las mañanas, lo montaba. Quiso la mala suerte, que piso una vizcachera y cayó pesadamente. No se pudo levantar. Relinchaba quejosamente. El encargado después de comunicarse con el dueño, ordenó el sacrificio del animal, misión que le encargó a Julio.
-Señor: no lo puedo hacer… Me lo quisiera llevar.
-A donde lo vas a llevar?
-A un campo, no lejos de aquí.
Otra vez la consulta al dueño que quiso hablar con él.
-Te lo doy, pero me firmas que te haces cargo de él y te haces responsable y me libero. Estás de acuerdo?
-Si patrón.
Así se hizo. Trabajosamente lo subieron a una chata playera hasta el campo del tío a un galpón bastante amplio. Con un malacate levantaron al animal que del cual quedo suspendido. Anestesió al animal, a la expuesta fractura la cubrió con antibióticos, polvo de hueso y procedió a enyesarlo. El material fraguó y después de revisar todo lo hecho entre los dos, después de una hora, lo depositaron suavemente sobre una cama de alfalfa. Al tiempo, una notable mejoría permitió que el animal se parara con dificultad sobre sus patas, siempre sostenidos por la roldana.
Lo alimentaba diariamente y lo nutria con potentes vitaminas. El animal se repuso rápidamente. Sus relinchos, eran como una señal de agradecimiento. Pasó bastante tiempo hasta que Julio decidió retirar el yeso y vendar la pata, que lucía bien, con una venda elástica. Sus ahorros habían menguado considerablemente desde su despido. A Milagro, el nombre que le había puesto, lo comenzó a hacerlo trotar en pequeños tramos hasta que paulatinamente fueron aumentando. Galopes cortos. Los mismos, aumentaron hasta alcanzar la distancia de una pista. Ya lo montaba un aprendiz de jockey. Sus logros llenaron todas sus expectativas. Lo inscribió en una carrera regional en Azul. La gano de punta a punta. Con el modesto premio, sus ahorros se repusieron. Compraron un tráiler y una camioneta usada en bastante buen estado. El próximo objetivo, el Gran Premio de Mar del Plata. Eso, no lo olvidaría jamás.
Estaban inscriptos 15 ejemplares. Casualmente dos de su antiguo patrón. Al cruzarse en los establos con sorna le dijo: -Che Julio: dejaste un buen trabajo para correr con ese caballito que te regalé? Palabras escuchadas también por un reportero del canal local, que le pidió contar la historia.
Las tribunas repletas con un público exultante. El ambiente era festivo. En el paseo preliminar. Los ejemplares fueron aplaudidos, conducidos a las gateras. Julio, en las boleterías apostó todo su dinero. Su tío también. Las apuestas eran 90 a 1. Se acomodaron como pudieron en una de las tribunas. Largaron… Con los prismáticos observó que su caballo estaba muy rezagado. Antes del último codo, comenzó a ganar posiciones y en la recta final por el lado de afuera, parecía que volaba. Ganó por dos cuerpos, logrando el certamen. No podían hablar de tanto gritar. Bajaron. La corona de laureles se la colocaron a Milagros, recibiendo la ovación de todos.
Epílogo… Con la gran suma obtenida más la de los boletos, ya en campo no se sembrarían más papas. Se compraron campos adyacentes y se hicieron construcciones dedicadas a investigaciones. Julio viajo a muchos países invitado a dar conferencias sobre sus logros. Se había materializado el milagro.